CRÓNICA DE LAS FIESTAS DE SAN PEDRO 2012:
Ahora que las fiestas de San Pedro ya han
acabado y a pesar de que tan solo han trascurrido unas horas, me entra la
nostalgia de lo que hemos vivido en estos días y lo único que me
consuela es pensar, que ya queda menos para que de nuevo lleguen estas fiestas
tan queridas por todos nosotros, como son las fiestas de San Pedro en Llombera.
El viernes por la mañana ya se
empezaba a notar en el pueblín, ese ambientillo tan particular que se da en el
principio de las fiestas… Ese ruido de cazuelas… Ese olor a
guisoteo… Más gente por la calle…Y ese trasiego en el bar… Lo dicho! ¡Que
llegan las fiestas de San Pedro!
Eran las siete de la tarde y allí estaban
puntuales, grandes y pequeños, sentados en el muro de la escuela, esperando la
cita con el juego del tesoro. Comenzaba así esta búsqueda, que ya es popular
entre los más jóvenes.
El juego consiste en descubrir pequeños
tesoros, como pueden ser, bolsitas llenas de
golosinas, alguna entrada para el cine, vales
para menús en el Burger King… Y al final un cofre lleno de monedas de oro y
plata rellenas de chocolate.
Contamos para prepararlo, con la valiosa ayuda de
los vecinos, que unos minutos antes
de que empiece el juego, esconden meticulosamente los tesoros.
Asina, “pa” la casa la escuela, Abelardo escondió
los cofres y además añadió al juego un nuevo enfoque que lo hizo más interesante.
Para el Barrio Abajo se fueron Soli y Conchita, guardando con esmero
más sorpresas, desde El Carril hasta La Zapatilla , pasando por el Santo Cristo.
¡Que no Pepito!
¡Que no Pepito!
No está el tesoro
en el zapatito
¡Que sí chiquilla!
¡Que sí chiquilla!
Hay que buscarlo
en La Zapatilla!
Anita y Aurora, por los alrededores de sus
pozos, iban también escondiendo tesoros...
El pozo de Anita
siempre sirvió
como referencia
del que algo buscó.
El pozo de Kiko
no sólo da agua
En sus aledaños
ilusión y andanzas.
Para el Barrio Arriba, el trajín les tocó a Manolo, Tensi y Mª Feli,
que iban guardando cuidadosamente los tesoros por el chabolo, La
Lastra , el campanario, la
Era Redonda , el Caño…
Hay tantos rincones para “escolindar”…
Si no era cuadrada
y triangular no era
¿qué forma tendría
mi bonita era?
Pues, si lo adivinas
un premio te llevas!
y triangular no era
¿qué forma tendría
mi bonita era?
Pues, si lo adivinas
un premio te llevas!
La búsqueda comienza con una primera pista, que lleva a los participantes al lugar exacto donde se halla el tesoro; al llegar allí, una pista nueva, les ayudará a encontrar el siguiente… Pero nuestros “exploradores” cuentan además, con la ayuda de un estupendo mapa de Llombera!
Y asina, mapa en mano,
recorren de arriba a abajo el pueblo entero descubriendo, los más jovencitos,
cada nombre… Cada rincón… Quizá, el mayor tesoro de todos…
Después de más de dos horas brincando por eras y calles...
La última pista:
En el entorno a La Escuela,
mira a ver cómo has venido
junto a la pequeña fuente
está el tesoro escondido.
Les lleva a los alrededores de
la casa la escuela, donde reciben el gran premio final: El cofre repleto de
monedas de chocolate!
Y además… Una pequeña merienda y unos riquísimos refrescos bien
fresquitos.
Atardecía… Y el aroma del guiso del cordero en las cazuelas, llenaba todo
el pueblo y anunciaba que era hora de cenar...
Más tarde , comenzaba la verbena con el mejor sonido: “disco móvil”.
Todos, especialmente los jóvenes, disfrutaron al máximo de la música y la
noche, prolongándose la fiesta hasta altas horas de la madrugada.
Atardecía… Y el aroma del guiso del cordero en las cazuelas, llenaba todo
el pueblo y anunciaba que era hora de cenar...
Más tarde , comenzaba la verbena con el mejor sonido: “disco móvil”.
Todos, especialmente los jóvenes, disfrutaron al máximo de la música y la
noche, prolongándose la fiesta hasta altas horas de la madrugada.
A la mañana siguiente llegaba el día grande.
Comenzaba la Misa
como siempre, oficiada por don Marcial, nuestro querido cura, que en su sermón
nos habló de la vida de San Pedro como apóstol de Jesús y de su papel en la
iglesia.
También resaltó, lo importante que es para un pueblo mantener sus
tradiciones e intentar que la fiesta no se pierda. Este año tuvo además, un
especial recuerdo para los difíciles momentos que estamos atravesando con la
minería y un deseo para que todo se pueda solucionar de la mejor manera.
Y qué bonita, después de la misa, la procesión calle
abajo hasta llegar a la ermita, con San Pedro en las andas llenas de flores y
entre los cantos de la gente que caminaba alegremente a su alrededor.
Terminada la
procesión, nos fuimos todos al bar a tomar los vinos y esas tapas tan ricas que
Alicia nos pone y a disfrutar de la compañía de aquellos a quienes, por estar
lejos de Llombera, vemos poco... Gracias a nuestras fiestas, nos volvemos a
encontrar…
Llegaban las siete de la tarde, hora de la tan
esperada fiesta de la espuma. A pesar del viento que se levantó, arremetimos
con ella! Al principio los más atrevidos fueron los pequeños, pero pronto
fueron animándose los demás, aunque algunos... Se vieron más bien obligados a
animarse...
Los que estaban en el muro sentados tranquilamente, se libraron de chiripa! Pues algunos no tenían otra idea más que volver la máquina pa’ atrás y llenarles de espuma…
Al caer la noche, esperábamos con impaciencia el baile amenizado por “Dúo Musical” que nos hizo disfrutar otra vez más, de una noche de fiesta.
El sonido de “Disco Móvil” seguía
escuchándose de madrugada y ya con las primeras luces del día, comenzó a
fraguarse la tradicional diana, en la que los jóvenes van por las casas
despertando a todo el mundo y sacándolo de la cama… A lo que la gente responde,
obsequiándoles con galletas y algún aguardiente o anisillo que otro… Se ve que
somos de buena conformidad!!
Y llegaba el domingo con la misa de difuntos y también la clásica carrera de cintas, en la que antaño se corría con caballos o burros y ahora con bicicletas y motos...
Eso sí, como siempre,
se ató un extremo de la cuerda a la casa de Tenta y el otro, a la chopa y desde
este extremo sujetaba el vasco, que levantaba el cordel dependiendo de la
altura de los participantes y también castigaba a quien pretendía llevarse las
cintas con la mano…
Primero fueron pasando los niños y en la categoría de pequeñines (de 3 a 5 años) y de pequeños (de 6 a 8
años) el premio fue igual para todos: Una medalla muy chula que el Ayuntamiento
de La Pola de Gordón nos donó y un cucurucho de
golosinas, que todos los años para San Pedro nos trae José, de su kiosco de La Robla.
En la categoría de medianos (de 9 a 11 años) la ganadora fue
Claudia y se llevó una tarjeta para comprar ropa en la tienda Springfield, del
centro comercial Espacio León.
En la categoría de grandes (de 12 a 14)
años no hubo ganadores este año.
Después pasamos a la categoría de adultos (de 15 a…
Los que sean!). Todas las motos y bicicletas estaban preparadas junto a la
acera de Emilia, esperando a que diéramos paso a la carrera de cintas.
Los pilotos de las motos atendían a conducir, mientras que los
copilotos iban “armados” con el lapicero en la mano, intentando
introducirlo por la pequeña anilla que cuelga de la
cinta. El que más cintas obtenga, será el ganador.
De esta manera,
intentando llevarse el mayor número de cintas posible, pasaban de un lado a
otro las motos, con ese ruido suyo tan característico, que da ambientillo a la
carrera.