Como estaba previsto, hizo un día estupendo en La Vega de Fonfría, lo cual propició que poco a poco se fueran “llenando” los mejores espinos de La Vega, algunos de ellos ‘cotados’ de la noche anterior y habiendo sido acondicionado el lugar para este evento.
Este año se ha batido el record de paellas familiares, cinco nada menos, a cual mejor hecha… ¿Será el agua de Fonfría el mejor ingrediente? (se va a tener que pensar en premiar la mejor paella…)
Y después de la copiosa comida lo que mejor venía era extender las mantas traperas y reposar durmiendo una buena siesta o también jugando la partida o al pico, al parchís… siempre acompañado de un buen té que como siempre diligente, nos baja Javi de la peña y nos lo prepara con tal esmero como si toda la vida lo hubiera hecho.
Los más bonito de este día es ir a visitar ‘los espinos de los vecinos’; Allá después de comer a la hora del café o del té de monte, la gente se visita unos a otros o de la que pasas por delante te llaman y te invitan a sentarte bajo su espino y que pruebes ese rico postre que han hecho o ese chupito de no sé qué…Y asina se va recorriendo una a una las mesas vecinas de La Vega, hasta recorrerlas todas y charlando un rato en cada una de ellas.
Este año yo he extrañado una gran mesa cerca de mi espino…
No faltó la guerra de agua entre los más pequeños que, por dos veces, se tuvieron que cambiar de ropa, menos mal que las madres ya veníamos preparadas!
También de nuevo nos han visitado los amigos de Carlitos que venían montados a caballo; Daba gusto verlos bajar por los praos de la vega. Hasta nos hicieron una pequeña exhibición con los caballos.
Y asina poco a poco se iba acercando la hora de la merienda, donde la tortilla de patata, el embutido y la empanada fueron los principales platos.
Una vez llegada la noche y como en La Vega enseguida refresca, (aunque pocas noches hemos tenido como ésta), se hizo una gran hoguera y todos alrededor de la lumbre, endulzamos el momento con un rico chocolate que Mª Sol nos había hecho.
Y como era la noche de San Lorenzo, si mirabas al cielo podías ver cómo las estrellas caían ofreciéndonos un espectáculo digno de ver. Hoy estaba permitido pedir un deseo…