Otoño

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miércoles, 12 de marzo de 2014

CRÓNICA DEL CARNAVAL DE LLOMBERA

Todo comenzaba a fraguarse el viernes, cuando quedamos las mujeres con el fin de ir adelantando trabajo del día siguiente, dejando los chorizos picados para las sopas, el bacalao, el tocino, los huevos cocidos,



el pan preparado… (Esto último lo va haciendo Félix poco a poco y asina, como el que no quiere la cosa… ¡Juasús nina! el trabajo que nos quita nadie lo sabe) 



Hecho el trabajo y a eso de las dos de la madrugada, no se le ocurre a Candy más que decir que tenemos que vestirnos de careto e ir a recorrer el pueblo y aquí como no nos gusta la fiesta… Pues le hicimos caso: Nos ataviamos con lo que teníamos a mano y armadas con los paraguas, calle arriba y calle abajo despertando a los vecinos más jóvenes y a los no tan jóvenes… Pero en todas las casas, como siempre, fuimos bien recibidos y como es costumbre en este pueblo nos ofrecieron de comer y de beber sus mejores manjares.







Al día siguiente, otro año más, llegaba el esperado carnaval a Llombera y esta vez, con la esperanza de que al caer la fecha en el mes de marzo, la nieve no hiciera acto de presencia, pero tampoco ella quiso perderse la fiesta.


Asina que arremetimos a correr la gitanada entre agua y nieve protegidas por los paraguas y buen calzado de “gore tex”, consistente en madreñas pintadas de negro con lunares rojos a juego, que causaron sensación… Jajaja!



Mientras la gitanada recorría el pueblo pidiendo por las casas entonamos la canción:
“El martes de carnaval de gitana me vestí
entré en un salón de baile
y a mi novio perseguí…”


 (El gitanín más pequeño de este año).











No faltó quien celebrara su particular carnaval con el pensamiento puesto en el pueblín lejano… Sintiéndolo muy cerca, a pesar de la distancia:


Las que no salieron al recorrido, quedaron cocinando las sopas en la cochera de Tensi, como siempre, dos baldes hasta arriba de sopas y allí las verías turnándose para revolver y así evitar que se pegaran.
¡Ole ole por esas cocineras y cocineros, que también alguno hubo!



























Llegada la hora de comer, ya estaban dispuestos los tablones y las sillas, que todos los años nos los suben desde nuestro Ayuntamiento, y cada uno con su escudilla en mano ya estábamos listos para degustar esas típicas y ricas sopas del carnaval de Llombera.

Llegaba la tarde y era hora de descansar y recuperar fuerzas para el resto de la noche, entre partidas y corros de gente tomando café, jugando al parchís y como siempre, la invitación tan deseada de ir a probar las roscas que Fefa nos hace todos los años por los carnavales; asina que ‘pallá’ fuimos ‘pa encá’ Angelita y allí casi se nos va el santo al cielo! Si nos descuidamos no llegamos a preparar la cena.
Otra vez a calentar las sopinas, esas tortillas tan ricas que nos hace Alicia y esas empanadas que nos trae Alfredo, nuestro panadero de siempre. 



Y como colofón, un delicioso chocolate con las orejas típicas de carnaval que, aunque llevamos dos años que no las hacemos caseras (porque andamos un poco cojinas de una patuca, hasta que vuelva la gran cocinera que tanto echamos de menos) también estaban muy ricas y dimos buena cuenta de ellas.
A eso de las once de la noche ya estábamos recogiendo las mesas, barriendo el bar y corriendo corriendo rápidamente para vestirnos de carnaval y que como siempre, Marifeli nos maquillara.






















Y por fin daba comienzo el baile de piñata amenizado por “Sonido Corco”, que, como es sabido, son padre e hija y siempre consiguen sorprendernos vistiéndose como la ocasión requiere… Son ya como de casa.


El baile de piñata… (Un poco de  historia):
“Se celebraba el domingo posterior al martes de carnaval, por la noche en el salón de baile del tío Santiago, donde tocaban Alejandro y Urbano. Se forraba con papel de colores una pollera (andador con forma de campana de mimbre que antiguamente utilizaban los niños para aprender a andar), la pollera se llenaba de cintas cosidas que colgaban y estaban numeradas; Cada pareja en el baile iba pasando por debajo y tiraba de una cinta; Después se hacia una rifa y los agraciados recogían con gran entusiasmo el premio, que solía ser un mazapán. Posteriormente esta celebración se hizo en el salón de baile de Aureliano.” (Texto recogido de la página web de nuestro pueblo).

300 cintas de colores, cosidas una a una, adornaron la piñata 2014 y, a pesar del número, duraron en ella ‘na’ y menos…


Y diez premios de riquísimos dulces caseros, todos ellos donados por la gente de Llombera. (Si es que, ya lo dice el refranero: “La unión hace la fuerza”, “un palo sólo no hace sebe”, “un grano no hace granero, pero ayuda al compañero” y así hasta el infinito… Jajaja). Bueno, pues como iba diciendo de los dulces… Estos fueros repartidos entre los presentes, de una manera equitativa, por las manos inocentes de los más pequeños.
Este año la buenísima empanada se la llevó Carla. Los sequillos fueron para Raquel. Las orejas para Ana. Las galletas para los amigos de Juanma. Las roscas para Camino. Las magdalenas para Celia. Las botellas de sidra para Mª Esther. Las cestas de golosinas para Elena y Merche…















Y de pronto el desfile de todos los disfrazados irrumpió en el baile. Todos los participantes: Grupos, parejas, individuales, caretos… Pasaron exhibiéndose para que el jurado tuviera ocasión de poder decidir quienes, a su juicio, serían merecedores de los premios.
No faltaron geishas, vaqueros, hippies, diablesas, un tirolés,  Cruella de Vil, chicas Batman, sirenita y Neptuno, chicas policía, Mickey y Minnie, la abuela Blasa, Caperucita Roja, bailarinas árabes, componentes de Grease, ratoncitas, esqueletos, Clone y Chewaka de la peli de Star wars, Spartacus, un cosaco, Elvis Presley, egipcios, un curate, una avispa, piratas, vampiros, personajes del medievo, mejicanos, de charlestón…





















Y después de mucho deliberar el jurado y viéndoselas y deseándoselas, porque la decisión no era fácil, optó por repartir los premios de la siguiente manera:
Adultos:
El premio para el grupo, fue para las geishas:


El premio para la pareja fue:
“Cantando bajo la nieve”, disfraz homenaje al carnaval o antruejo, rememorando con este traje a todos aquellos que hicieron posible a lo largo del tiempo, el carnaval en Llombera:





















El premio para el individual fue para el tirolés (que todos creíamos que era un espantapájaros… Jajaja ¡Buenísimo!



Y para el concurso de infantiles:
El premio para el grupo se lo llevó:
¡Popurrí!

El premio para la pareja:
Las niñas más hippiessss!

Y el individual:
Una ratita presumida muy bonita!

Y así en estas seguíamos para bingo, repartiendo cartones a diestro y siniestro.



El primer bingo de la noche se lo llevó Esperanza de Ciñera

El segundo bingo fue muy repartido: Aurelio, Paz y Corco, (entre ellos andaba la danza…)

Asina seguíamos con el baile hasta las tantas de la madrugada y, como casi siempre en Llombera, cuando dimos cuenta ya quería amanecer por la Portilla














































 …Y todavía al día siguiente un caretín nostálgico anduvo deambulando por el pueblo, calle arriba y calle abajo…